Al dia siguiente salimos temprano para el tour. Una chica de corea del sur venia desde el guesthouse conmigo, y ya en el pick-up nos reunimos con 2 coreanos mas y un chico de Singapur. Los guias tailandeses se presentaron, bastante locos por cierto, y llegamos al primer punto de partida, elephant trekking, que en pocas palabras era subirte a lomos de un elefante durante una hora por la selva. No me gusto nada, primero, porque era una ruta establecida y muy turística, los elefantes no iban por selva salvaje, tenían como un caminito de tierra marcado y todos lo seguían. También, porque te decían que si querías ser amigo del elefante tenias que comprarle plátanos. Mas por los animales, que les trataban bastante mal, que por los guias, decidimos comprar plátanos. Y efectivamente, el elefante paraba cada medio minuto y si no lo dabas un plátano no continuaba. La trampa claro está, era que en medio del recorrido habin como 4 o 5 puestos donde parabas para comprar mas platanos. A mi no me dio la gana semejante tomadura de pelo, y no compré mas. Así que tuvimos alguna situación de riesgo, cuando el elefante, acostumbrado a que los turistas le compraran mas plátanos, se encontró que tenía que seguir cargando con nosotros sin comer, el elefante se levanto sobre dos patas como si fuera un caballo y empezó a emitir un sonido mezcla de relincho de un caballo y el groar del león. En pocas palabras, estaba bastante acojonado, estuvimos a puntos de caernos del elefante, y al final, la experiencia se convirtió en no muy buena, por todo lo que he explicado anteriormente, porque acabé con la espalda destrozada y porque tratan muy mal a los elefantes para que los obedezcan. Les clavan una especie de ganzúa metlálica que va insertada en un palo, debajo de la oreja.
Después de esta “agradable” experiencia nos fuimos a comer. Si, eran sobre las 11:30 y a las 12 empezamos a comer. Ya sabéis que en el resto del mundo tienen otro tipo de costumbres para los horarios de las comidas, Spain is different.
Mas tarde, emprendimos el viaje de un par de horas por jungla tailandesa, la verdad es que era realmente precioso. Llegamos a una cascada, y allí nos bañamos todos duranto 1 hora aproximadamente. Luego seguimos caminando y por la tarde, llegamos al poblado del os Karen, una tribu nómada de las 5 minorías étnicas que hay en Tailandia. Allí no tienen nada, ni electricidad, ni agua corriente, etc…
Nosotros dormíamos en una cabaña de madera con unos colchones en el suelo y unas mosquiteras, mas básico imposible. Afuera una gran mesa de rectangular de madera nos esperaba para la cena. Había un poco de arroz y sopa. Como alguno se quedó con hambre, los guias nos propusieron la opción de pagar por un cerdo salvaje que matarían los Karen y lo cocinarían para nosotros. Y así fue. Al cabo de un rato vinieron con un lechón bastante grande, lo mataron delante de nosotros y lo pusieron al fuego en una hoguera que ya estaba ardiendo. Pudimos ver todo el proceso, como le quemaban el pelo y se lo quitaban, como lo lavaban, como lo habrían y le quitaban las tripas, y mas tarde como lo insertaron en unos palos y lo pusieron al fuego para que se cocinara. Tomó un par de horas o algo mas en hacerse bien y luego nos lo comimos. Ya era completamente de noche y las únicas luces en la aldea eran la hoguera y las velas sobre nuestra mesa..
Bebimos unas cervezas y también whisky tailandés, que no es mas que whisky de arroz, una bebida local con un fuerte grado de alcohol. Los mas aventurados aceptaron la invitación de los Karen para probar un curry de la aldea con unas hojas de marihuana dentro. Ya os podéis imaginar como acabamos todos, fue una noche muy especial donde hicimos buena amistad y luego, nos fuimos a dormir la mona.
Salu2. Alex.
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